AA.VV. 23 de abril, 2021 · 6 minutos
Se cumplen 500 años de la famosa batalla de Villalar, en la que las tropas realistas, partidarias de Carlos I y mandadas por Iñigo Fernández de Velasco, a la sazón Condestable de Castilla, vencieron al ejército comunero capitaneado por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado.
Al día siguiente los líderes castellanos fueron ajusticiados pero su memoria y la del resto de los comuneros se sigue recordando todos los 23 de abril, en el Día de Castilla y León.
Burgos y su provincia tuvieron mucho protagonismo en la Guerra de las Comunidades y su huella se puede rastrear en los siguientes enclaves.
El Castillo de la localidad de Albillos, del siglo XIV se traslada, piedra a piedra, en 1964 para formar parte del Hotel Landa, en el Monte de la Abadesa. En su ubicación original, alojó al comunero Antonio Acuña, obispo de Zamora, en enero de 1521 donde cayó enfermo cuando se desplazó desde Tierra de Campos para apoyar la sublevación de los comuneros de la ciudad de Burgos; entonces era propiedad de su hermano Diego Álvarez Osorio. La aproximación a Burgos de Acuña, Padilla y el Conde de Salvatierra pretendía volver a Burgos a la causa comunera apoyando un alzamiento popular el 21 de enero, que inexplicablemente adelantaron los simpatizantes burgaleses de la Comunidad, siendo vencidos cómodamente por las tropas del Condestable Velasco.
El Día de Todos los Santos de 1522 se proclamó en la plaza mayor de Valladolid el Perdón Real, en presencia del propio Carlos V, del que quedaron exceptuados 293 comuneros por su singular participación en la Revolución de las Comunidades de Castilla; en la relación se cita la profesión y procedencia de un gran número de ellos. La localidad de Castilla que refleja un mayor número de comuneros exceptuados del perdón es la burgalesa Aranda de Duero, con un total de 15 (lo que indica el compromiso de los arandinos con las Comunidades), destacando entre sus profesiones las de agricultor, comerciante o artesano; algunos de sus apellidos nos orientan acerca de su posible procedencia: Sinovas, Moradillo, Quemada o La Gallega.
Construido inicialmente en el siglo XIV, fue parcialmente destruido durante la Guerra de las Comunidades y restaurado entre 1536 y 1553 con su factura actual, ubica en posición central a Carlos V, como muestra de sumisión de la ciudad al emperador, al objeto de que no fuera objeto de represalias por su pasado comunero; algo similar ocurrió en las principales ciudades de Castilla, como Toledo.
La Casa del Cordón de la capital burgalesa era a principios del siglo XVI el Palacio de los Condestables de Castilla, y durante la Guerra de las Comunidades ocupado por Iñigo Fernández de Velasco, que junto al Almirante de Castilla, eran los máximos representantes del bando imperial entre la nobleza castellana. En su entorno se desarrolló la última batalla de los comuneros en la capital burgalesa el 21 de Enero de 1521, que vencidos por las tropas del Condestable, ya no volverían a representar un riesgo para los propósitos de Carlos V.
En la Capilla de la Visitación de la Catedral de Burgos, enterrado en el suelo, bajo una lápida oscura se encuentra la tumba de Juan Maldonado, humanista y erasmista conquense, capellán de la catedral fallecido en 1554, que vivió la Revolución Comunera en Burgos y publicó, una vez fallecido Carlos V, escribió en latín el libro “El movimiento de España, o sea historia de la revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla”, el primer texto abiertamente simpatizante de la causa comunera.
También en la Catedral de Burgos, en la Capilla de Santa Ana o de La Concepción se encuentra el excelente sepulcro en alabastro del obispo Luis de Acuña y Osorio, padre del obispo comunero de Zamora, Antonio Acuña que murió ajusticiado en el Castillo de Simancas en 1526, motivo por el cual Carlos V fue excomulgado por el Papa Alejandro VI.
El Consulado del Mar de Burgos, una institución mercantil, creada por Isabel I y formada por comerciantes burgaleses, monopolizaba la exportación de la lana de Castilla y la importación de paños y telas procedentes de Flandes, a través de los puertos del Cantábrico; eran el más firme sostén urbano de Carlos V, y se oponían al resto de la burguesía de las otras ciudades castellanas (Valladolid, Segovia, Cuenca, Toledo o Madrid) más interesadas en implantar telares en la propia Castilla y transformar la lana en tejidos, comercializándola.
La ciudad más pequeña del mundo, Frías, era propiedad señorial del Condestable Velasco, Conde de Haro y Duque de Frías. Fue objeto de sitio y acoso por parte del comunero Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, que con sus tropas alavesas y un ejército de miles de montañeses, asoló los señoríos de las Merindades, reteniendo a las tropas del Condestable y a las tropas imperiales de Guipúzcoa lejos del principal teatro de la Guerra de las Comunidades. Su derrota en la batalla del Puente de Durana o de Miñano Mayor, con fecha confusa pero probablemente entre el 12 y el 19 de abril de 1521, permitió desplazar hasta Peñaflor de Hornija las tropas de Fernández de Velasco, que unidas a las del Almirante de Castilla dieron la superioridad en Villalar al ejército de Carlos V.
Feudo del Condestable Íñigo Fernández de Velasco, fue asediada por las tropas comuneras del Conde de Salvatierra y de Diego Ramírez de Guzmán, quienes tenían la encomienda por parte de la Santa Junta General del Reino de levantar en armas contra los nobles al campesinado de Las Merindades, en un potente movimiento antiseñorial que inmovilizaba las tropas de los partidarios del Emperador en el Campoo, las Siete Merindades y las Montañas de Burgos.
Juan Martín Díaz, “El Empecinado”, famoso guerrillero contra los franceses en la Guerra de la Independencia, donde alcanzó el título de Capitán General de Castilla, y posteriormente imperturbable liberal contra el absolutismo de Fernando VII, hasta su ejecución en Roa en 1825. El Empecinado, miembro de las sociedades secretas “Los Comuneros” o “Los hijos de Padilla”, impulsó el primer homenaje multitudinario a Padilla, Bravo y Maldonado, el 23 de abril de 1821 en Villalar de los Comuneros.
La localidad burgalesa de Urrez era probablemente el lugar de nacimiento de Garcí Pérez de Urrez, más conocido como, el licenciado Urrez, probablemente el comunero burgalés más conocido, participando en los primeros estallidos de la revuelta popular comunera en Burgos, como el levantamiento de la Comunidad burgalesa que provocaron la expulsión del corregidor y la muerte del francés Cofre de Cotannes. Cuando el Condestable Iñigo Fernández de Velasco, se hace con el control absoluto de la ciudad castellana, el licenciado Urrez es comisionado por la Santa Junta, para coordinar la revuelta comunera del norte de Castilla, desde Reinosa, como “corregidor de la Merindad de Campoo”. Tras la batalla de Villalar, fue detenido, condenado a muerte y rápidamente ajusticiado. Los simpatizantes de la causa comunera en Reinosa velaron por su cadáver, que fue enterrado en un convento de la localidad campurriana.