12 de enero, 2021

Arlanza Territorio Neandertal

Enrique del Rivero

Enrique del Rivero 12 de enero, 2021 · 4 minutos

Según los expertos, el angosto valle abierto por el río Arlanza entre los farallones rocosos de las sierras de las Mamblas y el Gayubar —desde Hortigüela hasta el monasterio de San Pedro de Arlanza— es uno de los más señalados lugares de la península Ibérica para estudiar el mundo del extinto hombre de Neandertal. Y por ello se empieza a conocer la zona con la expresiva denominación de ‘Arlanza territorio Neandertal’.

En busca de las mejores pieles

Los arqueólogos han excavado en varias cuevas y abrigos una serie de yacimientos que les han ayudado a comprender la vida, los usos y las costumbres de estos humanos que hace unos 40.000 años vivieron largas temporadas en las riberas del Arlanza. Durante miles de años todas las primaveras, varios grupos de neandertales procedentes de sus cuarteles de invierno, se instalaban en la zona para cazar y pescar. Al llegar el otoño emprendían el regreso cargados con las preciadas pieles de nutrias, castores y otros variados mamíferos.

Riscos del Estillín

La mejor y más emocionante manera de conocer este pasado neandertal es internarse caminando al encuentro de los Riscos del Estillín. En realidad, se trata de un pequeño barranco transversal, de poco más de un kilómetro de longitud, abierto en las potentes calizas del Cretácico Superior que perfilan las estribaciones más meridionales de la Sierra de las Mamblas. El vallejo arranca casi desde la misma margen derecha del río Arlanza y sus elevadas paredes rocosas se van estrechando poco a poco hasta casi impedir el paso.


En algunos puntos se forman espectaculares murallones verticales que caen a plomo desde casi 150 metros de altura y que alojan en sus cimas los nidos de varias decenas de parejas de buitre leonado. También anidan en los Riscos del Estillín unos cuantos alimoches y no es raro contemplar el vuelo de alguna majestuosa águila real. En las laderas menos empinadas y en varias grietas abiertas entre las calizas vegetan unos grandes y centenarios ejemplares de sabina albar, que con su intenso color verde oscuro contrastan con los tonos grises y rojizos que predominan en los materiales rocosos del entorno.

Cueva Millán

Justo al final del barranco se abre la boca de una pequeña caverna —casi un abrigo— conocida como Cueva Millán. En su portalón de entrada los arqueólogos han descubierto un importante yacimiento perteneciente al Paleolítico Medio. En el mismo aparecieron abundantes útiles líticos, en su mayoría raederas talladas en sílex, asociados al Musteriense. Aunque no se han encontrado sus restos fósiles se sabe que en Cueva Millán vivió un grupo de individuos pertenecientes a la especie ‘homo sapiens neanderthalensis’.

Hace unos 40.000 años

Por diversos modos de datación —aplicados también en el cercano yacimiento de la Cueva de La Ermita— los investigadores han deducido que la cavidad estuvo ocupada hace unos 37.500 años durante el Pleistoceno Superior. También mediante análisis paleoecológicos, sobre todo polínicos y de restos de fauna, se ha podido saber que el medio natural en el que vivieron estas gentes era un poco distinto al de nuestros días.

Truchas, castores, rinocerontes y panteras

Mientras que, con un clima más húmedo y frío, los bosques estaban formados por robles, abedules y sabinas albares, los animales más frecuentes con los que se encontraban los neandertales en el Valle del Arlanza eran: caballo, ciervo, corzo, bisonte, rebeco, cabra montesa, lobo, castor y nutria.
Del estudio de los abundantes restos piscícolas aparecidos en Cueva Millán se puede deducir que el lugar estaba especializado en el procesado de las abundantes truchas, bogas y anguilas pescadas en el cercano río Arlanza. Por lo que parece, en los grandes mamíferos, incluidos los exóticos rinoceronte y pantera, y en el curtido de las pieles se ocupaban los habitantes de la cueva de La Ermita.
Desde hace un tiempo y debido a la importancia del yacimiento de Cueva Millán todo su entorno ha sido cubierto con una estructura protectora.

Cómo llegar

Una vez en Hortigüela, localidad a la que se llega siguiendo desde Sarracín la carretera de Soria, N-234, hay que desviarse con dirección a Covarrubias. Tras recorrer unos tres kilómetros y nada más pasar el edificio en ruinas del molino Leré, —se puede aparcar en sus inmediaciones— es necesario prestar atención para descubrir, a mano derecha de la carretera, el camino que entre las rocas se interna al encuentro de los Riscos del Estillín.