Enrique del Rivero 20 de enero, 2021 · 2 minutos
Aunque se la conoce con ese nombre por las llamativas chisteras, algunas con solera, con los que se cubren los cofrades, la secular fiesta de la villa burgalesa de Villasandino se celebra todos los 20 de enero, en honor de San Sebastián.
La fiesta, que en los últimos años se ha trasladado al fin de semana más cercano al día 20 de enero, está protagonizada por los miembros de la Cofradía de San Sebastián que se rige por unas reglas redactadas en 1829 y que ponían por escrito una tradición mucho más antigua. Los cofrades, no pueden ser más de 24, tienen que vestir obligatoriamente, corbata, capa castellana y chistera negras. En los actos religiosos portan en la mano una vela de la que cuelga una saeta de hierro, de unos 15 centímetros, como símbolo del martirio de San Sebastián.
El día de la fiesta los últimos cofrades incorporados trasladan la imagen del santo desde la iglesia del Carmen hasta la parroquia del pueblo. La solemne procesión va encabezada por el Capitán, que monta un brioso caballo blanco y enarbola con mucho aire una bandera española. El Capitán viste un antiguo uniforme militar decimonónico, y se cubre con un casco dorado rematado por un penacho blanco. Esta indumentaria hace alusión a que San Sebastián, martirizado en el año 288 en Roma, fue oficial de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano.
Tras la misa solmene los cofrades, en dos ordenadas filas, regresan hasta la casa del Mayordomo al ritmo marcado por un tambor que con sus repetidos redobles acompaña la procesión. Después todos ellos se reúnen en una comida que forma parte de los seculares ritos de la fiesta.
A Villasandino se llega desde la ciudad de Burgos por la Autovía del Camino de Santiago: A-231. Por la salida de Villasandino, la antigua N-120, permite alcanzar la villa ribereña del Odra