Enrique del Rivero 1 de junio, 2025 · 2 minutos
La carretera de Burgos a Santander, uno de los primeros accesos directos entre La Meseta y la costa del Cantábrico, se ha convertido en nuestros días en una poco transitada calzada. Pero los singulares alicientes paisajísticos, históricos y patrimoniales que atesoran los cerca de 15 kilómetros de su tramo por el municipio de Tubilla del Agua siguen asomándose imperturbables a lo largo de su ensoñador trazado.
Segura y bella
La tranquila carretera cruza las horizontales soledades calizas del páramo de Masa y desciende serpenteante hasta Tubilla del Agua, un pueblo surcado por numerosos arroyos y con varias y espectaculares cascadas
También relacionado con el agua es el famoso enclave natural del Pozo Azul que se localiza junto a Covanera. Se trata de una bella surgencia que esconde en sus profundidades un verdadero tesoro natural: la cueva inundada más larga del mundo. Solo los mejores y más valientes espeleobuceadores han conseguido explorar los, de momento, catorce kilómetros de galerías y sifones.
La carretera de los sueños
Por esas cosas de la modernidad —sobre todo por el trazado de las nuevas autovías— la N-623, una estratégica vía de comunicación que soportaba un intenso tráfico se ha convertido en una tranquila carretera que permite recorrer con calma los variados paisajes que embellecen su discurrir al paso por la provincia de Burgos y en concreto en su tramo por el bajo Rudrón.
Privilegiado mirador
A la altura de San Felices es necesario ascender por una empinada carretera local con dirección a Sargentes de la Lora para disfrutar, desde un señalizado mirador, del trazado de la N-623 internándose con decisión en los profundos cañones calizos que dan forma al Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón.
Merece la pena parar los rugientes motores para sentir el sonido del viento, el rumor del agua y el calmado vuelo de los abundantes buitres leonados que anidan en los cortados rocosos del barranco de las Bozas.
