Enrique del Rivero 3 de junio, 2025 · 3 minutos
Cada una de las localidades que forman el municipio de Tubilla del Agua tiene su personalidad, pero hay algo que las ha unido para siempre: todas se asoman a las aguas del río Rudrón y comparten una naturaleza y unos paisajes únicos e irrepetibles. También les une la memoria de una historia común, una singular arquitectura popular adaptada al terruño y unas ancestrales formas de vida.
Bañuelos del Rudrón
El Rudrón, que tiene sus fuentes en la cercana comarca de El Tozo, se hace más río al llegar a Bañuelos del Rudrón. La pequeña población se asienta en la margen derecha del curso de agua y tiene una larga historia que se remonta a los primeros siglos de la repoblación altomedieval, cuando dependía —al igual que su vecina Tablada del Rudrón— del alfoz de Moradillo. Su estrecho y alargado caserío, que cuenta con varias casas con la típica solana de madera, está presidido por la iglesia románica de San Esteban.
Tablada del Rudrón
Tras Bañuelos del Rudrón, el cañón se estrecha, se hace más profundo y se cubre de una densa vegetación. Justo al llegar a un marcado meandro dibujado durante millones de años por el río se alza el compacto caserío de Tablada del Rudrón. Con buenas casas de piedra y sus correspondientes solanas, en lo alto del pueblo destaca la interesante iglesia de San Juan Bautista de estilo gótico y con algún elemento románico reaprovechado. No hay que perderse la ermita románica de la Concepción a la salida del pueblo.
Tubilla del Agua
Sin duda es el pueblo del agua, de la toba, un tipo de roca originado por la precipitación del carbonato cálcico, y de las cascadas formadas por el río Hornillo al precipitarse por su escalonado caserío. Y del rico patrimonio distribuido por sus tres barrios: puerta de la muralla medieval, iglesias, ermitas, casonas blasonadas y muchos ejemplos de la típica casa popular montañesa con solana. Hay que descender con calma hasta el puente sobre el río Rudrón y sorprenderse con todos estos atractivos naturales y culturales.
Covanera
Situado a la orilla del Rudrón, como todos sus hermanos municipales, Covanera es archiconocido por su famoso Pozo Azul. Pero tiene otros muchos alicientes que hacen muy recomendable una detenida visita a esta localidad al pie de la N-623. Además de su curiosa pasadera sobre el río y distintos paseos fluviales, su caserío conserva el mejor repertorio de casas blasonadas del entorno y una señalada iglesia con elementos románicos de muy buena factura. También es el inicio de unas interesantes rutas de senderismo.
San Felices del Rudrón
Como Tubilla del Agua y Covanera, perteneció al alfoz altomedieval de Siero. Para protegerse de las crecidas del Rudrón, el caserío se estableció en la empinada ladera de su margen izquierda. El conjunto aparece presidido por los recios volúmenes de la iglesia de San Pedro Apóstol. Aunque de finales del siglo XV, en su interior se conservan restos de su pasado románico, en especial una ventana cegada decorada con motivos vegetales y una gran ave rapaz. Su bella factura denota la mano del gran maestro de Moradillo de Sedano.
Barrio de Nápoles
Aunque solo es un pequeño barrio, su ubicación, a un kilómetro de San Felices, y, sobre todo, su llamativo topónimo lo hacen merecedor de una reseña. Parece que lo de Nápoles puede venir por un ilustre vecino que en el siglo XVII participó en el famoso Tercio Viejo de Nápoles. Lo que sí es evidente es que su escueto caserío está enclavado en un lugar idílico y justo en la salida del estrecho y profundo barranco de las Bozas. Más arriba queda el Mirador de San Felices y su extraordinaria panorámica del cañón del Rudrón.