10 de abril, 2024

Ruta de los cerezos en flor

Enrique del Rivero

Enrique del Rivero 10 de abril, 2024 · 2 minutos

En abril el valle burgalés de Las Caderechas se cubre con el espectacular manto blanco de sus miles de cerezos en flor. Una cita a la que ningún burgalés puede dejar de acudir si no quiere perderse esta maravilla de la naturaleza.
Aunque se pueden realizar distintas rutas a pie por sus sugerentes senderos, lo mejor para contemplar el espectáculo en toda su extensión es hacer un recorrido en coche. La ruta también es ideal para hacerla en bicicleta por las tranquilas y estrechas carreteras del valle.
Lo mejor es salir de Burgos por la carretera BU-V-502 hacia Poza de la Sal. A la entrada de esta última localidad se debe localizar la CL-633 que alcanza el pueblo de Salas de Bureba: una de las entradas naturales al Valle de Las Caderechas.
Desde Salas de Bureba hay que entrar en Las Caderechas por Aguas Cándidas, para proseguir por Río Quintanilla -donde podemos aprovechar y visitar la magnífica iglesia románica situada a las afueras de la localidad-, Hozabejas, Rucandio, Madrid de las Caderechas, Huéspeda y Quintanaopio. Las panorámicas más llamativas se obtienen en la carretera que discurre entre Huéspeda y Herrera, tramo que también puede hacerse a pie.

Sabor a nuestra tierra
Al ser las más tardías de España y —casi— de toda Europa, destacan por su matizado equilibrio entre dulzor y acidez. Otro valor añadido de estas cerezas burgalesas —en la provincia también son muy apreciadas las procedentes de Covarrubias— es que su consumo se alarga, por lo menos en algunas variedades, hasta comienzos del mes de agosto.
Cada vez que catemos una cereza de Las Caderechas nos va a quedar un ensoñador retrogusto que nos transportará a ese bello rincón de privilegiado microclima, que todos los meses de abril se viste con el blanco y milagroso manto de sus miles de cerezos en flor.

Mimando la tierra y los árboles
Los fruticultores de Caderechas se distinguen por el mimo con el que tratan la tierra de su amado valle. Todos ellos se han comprometido a no utilizar herbicidas, material vegetal transgénico, hormonas o reguladores del crecimiento. Y algo muy importante para que las cerezas lleguen hasta nosotros en las mejores condiciones: todas se recolectan a mano y con suma delicadeza.
Un cuidado del entorno natural al que los consumidores responsables podemos contribuir comprando alguna de las diez variedades de cereza cultivadas en la zona. Cada una tiene una presencia, un olor, un sabor y una textura diferentes que convierten su degustación en un placer para los sentidos.