25 de octubre, 2020 . Ocho joyas románicas imprescindibles

Soto de Bureba, el mejor románico rural

Enrique del Rivero

Enrique del Rivero 25 de octubre, 2020 · 3 minutos

En el límite septentrional de La Bureba y al pie mismo de los Montes Obarenes se localiza la pequeña y casi deshabitada aldea de Soto de Bureba. Su iglesia parroquial, de una sola nave y con ábside semicircular, es uno de los monumentos más bellos del románico rural castellano.  Su única nave y la cabecera estaban cubiertas por tres tipos de bóveda: de cañón con arcos fajones en los dos primeros tramos de la nave, esquifada en el incipiente crucero y de horno en el ábside. Una visita imprescindible.

El exterior de éste aparece animado por una imposta horizontal de billetes, a la altura del umbral de la ventana, y reforzado por dos haces de columnas adosadas que en su remate muestran una serie de capiteles en los que aparecen representados varios caballeros e infantes luchando entre sí. También merecen una reseña el cubo para llegar a la espadaña y el óculo de perfil polilobulado que se abre en su hastial.

Pero, sin duda, lo más destacado de este templo de finales del siglo XII es la composición y la iconografía que decora las tres arquivoltas y el arco rebajado que se apoya sobre las jambas de su portada. En los arcos exteriores, protegidos por un elegante guardapolvo de anchos roleos, se pueden ver, entre otros, los siguientes motivos representados longitudinalmente: un encadenado de largos cabellos y curiosas vestiduras, un demonio con rabo, entrelazos vegetales inspirados en las miniaturas de algún códice, varios animales monstruosos y fantásticos —dragones, arpías y trasgos—, grandes y realistas cabezas, un guerrero bien pertrechado, una mujer danzando, una representación de un unicornio –con una inscripción identificativa— y el Agnus Dei acompañado por San Juan Bautista y el profeta Isaías. Entre las arquivoltas y la puerta están esculpidos once medallones circulares de difícil interpretación.

Asimismo, son muy interesantes los temas iconográficos esculpidos en los capiteles que sostienen las arquivoltas y en los dos bajorrelieves que decoran el inicio de las jambas. En estos últimos se pueden ver una arpía, dos aves de cuellos retorcidos y dos llamativas sirenas, una de ellas con cabeza de hombre, de colas entrecruzadas. También lucen una cuidada ornamentación, a base de roleos, entrelazos y espirales, los cimacios de los capiteles y los fustes de las columnas. No hay que perderse, en el arco de entrada a la iglesia la curiosa inscripción, fechada en 1175, en que se puede leer el nombre de los autores de la portada.

Derrumbe y reconstrucción.

Declarada Monumento Nacional en 1981, la iglesia de San Andrés sufrió, a finales de los años ochenta, un derrumbe debido al debilitamiento, por efecto del agua, de los soportes que separaban las dos naves.
El proyecto de restauración corrió a cargo de los arquitectos Darío Álvarez Álvarez, Josefina González Cubero, y Miguel Ángel de la Iglesia Santamaría y fue premiada por el Colegio de Arquitectos de Castilla y León. El proyecto atendió la necesidad de preservar el valor cultural del monumento, evitando intencionadamente la opción de la reconstrucción literal, fuera de tiempo. De este modo, la intervención atendía: por un lado, la consolidación del edificio, y, por otro, la creación de una estructura que devolviese a la iglesia el carácter perdido tras el derrumbe. En sustitución del derruido muro de separación de las dos naves se construyó una nueva fábrica con el fin de definir dos ámbitos diferenciados, una nave única al interior, y un patio-jardín al exterior; se dio acceso a este patio jardín por una puerta de cobre, se iluminó la nave mediante tres pequeños huecos verticales, similares en concepto al existente en el ábside. La reconstrucción de parte de la torre se hizo necesaria no sólo para dar extradós a la bóveda esquifada, sino para recuperar la imagen de la iglesia en el paisaje.

CÓMO LLEGAR: La N-I o A-1, con dirección a Irún, conducen hasta Briviesca. En esa ciudad es preciso desviarse por la carretera que enfila hacia Cornudilla en donde hay que enlazar con la N-232. Siguiendo esta carretera hacia Pancorbo y al llegar a Quintanaélez es preciso buscar, a mano izquierda, el carreteril que lleva hasta Soto de Bureba.