19 de enero, 2021

Castillo de Poza, el vigilante de la sal

Enrique del Rivero

Enrique del Rivero 19 de enero, 2021 · 2 minutos

El castillo de Poza de la Sal es una de las fortalezas más espectaculares de las que todavía se alzan en la amplia geografía burgalesa. Su desafiante e inconfundible perfil preside el roquedo bajo el que se refugia la villa salinera. Construido sobre otro más antiguo, los restos visibles en la actualidad pertenecen al siglo XIV. Sus principales señores fueron los miembros de la familia de los Rojas.

Villa salinera

La importancia económica de las salinas de Poza hizo de ellas un punto estratégico y de especial atención y disputa para los poderosos de cada época. Cuando cesó la inestabilidad de los primeros tiempos de la repoblación altomedieval comenzó a tomar importancia el núcleo —los documentos lo denominan Poza de Yuso o de Abajo— de la actual villa.

Disputada fortaleza

Enseguida tuvo que ser erigida una fortaleza y amurallado su perímetro urbano. Capital de un pequeño alfoz, su castillo pasó por distintas manos, incluso perteneció una temporada al reino de Navarra, hasta que definitivamente el rey Fernando IV, en el año 1298, entregó el señorío de Poza a Juan Rodríguez de Rojas. Con los años los Rojas se hicieron con el control total de las salinas y protegieron esa importante fuente de ingresos reforzando todo el sistema defensivo de la localidad.

Castillo roquero

El elemento principal de esta fortificación era el castillo que se levanta en lo más alto de la peña. Presenta una planta estrecha y alargada, semiexcavada en la roca, que se adapta perfectamente a la cresta sobre la que se asienta. Dos cubos flanquean los escalones, tallados en la roca viva, que suben hasta un portillo ojival adovelado. Después de atravesar una serie de salas abovedadas, otra escalera permite acceder a una amplia terraza desde la que se contempla una increíble perspectiva del caserío de Poza de la Sal.

Cómo llegar

Una vez en Poza de la Sal —se llega desde Burgos por la BU-V-5021— hay que seguir la carretera que asciende hacia el páramo y que discurre bordeando el perfil del diapiro. Tras una serie de cerradas curvas se localiza, a la izquierda de la carretera, el camino que conduce hasta la base de la fortaleza de los Rojas.