Enrique del Rivero 24 de febrero, 2021 · 4 minutos
En el extremo nororiental del Condado de Treviño, enclave burgalés situado dentro de la provincia de Álava, se localiza uno de los espacios naturales más bellos y con mayor interés medioambiental de toda Castilla y León. Desde el punto de vista geomorfológico se trata de una estrecha y profunda garganta abierta por el río Ayuda en los materiales cenozoicos —en especial margas y conglomerados— de los montes de vitoria. Unas excelentes masas de haya, quejigo, boj y, sobre todo, el milenario bosque de tejos del barranco de Arrola convierten a la cabecera de este río treviñés en una privilegiada reserva natural.
Sáseta es uno de los numerosos y pequeños pueblos que salpican el territorio del Condado de Treviño y desde donde parte la presente ruta de senderismo. Antes de comenzar el recorrido merece la pena acercarse hasta la señalizada cascada de Roda Vieja a un paso de la localidad. Aguas abajo de un pequeño molino que también cuenta con su cascada, el río Ayuda salva el desnivel precipitándose desde lo alto de un marcado peñón rocoso. La humedad creada por el salto de agua crea un mágico y uliginoso ambiente en el que llaman la atención la variedad de musgos, helechos y otras plantas que colonizan los arboles y las rocas de las orillas del río. Los más atrevidos pueden internarse bajo la repisa rocosa por la que se precipita la cortina de agua.
En Sáseta y desde el aparcamiento del final del pueblo parte el camino que enfila al encuentro del río Ayuda y la entrada del desfiladero. Siempre tomando los cruces a la izquierda se alcanzan las orillas del río. De cauce pedregoso y limpias aguas, que se precipitan y remansan en sucesivas cascadas y pozas, sus riberas están colonizadas por una enmarañada sauceda de sargas y mimbres.
El río Ayuda ha excavado un original, profundo y estrecho desfiladero que presenta, debido a la alternancia de capas duras de conglomerados con otras más blandas de carácter margoso, una patente morfología en gradas. Una variada vegetación tapiza los escarpes y el fondo del barranco.
El camino principal discurre unos metros por encima del río y permite disfrutar de los abundantes rezumes y manantiales de aguas carbonatadas que brotan en las laderas. En épocas de lluvias o deshielo la potencia de estas surgencias es tal que forman vistosas cascadas.
Al lado de uno de estos saltos de agua se localiza una cueva en cuya entrada crece un ejemplar de tejo milenario. Tras cruzar por debajo de unas grandes cretas calizas, que la erosión diferencial ha convertido en una impresionante arquería natural, el camino asciende y se interna en un denso y bien conservado hayedo.
También cerca de la orilla del río y favorecidas por la humedad reinante, crecen unos grandes ejemplares de haya. Por el contrario, en las zonas soleadas de la garganta se desarrollan distintas especies de quercus entre los que destacan el quejigo, la encina y la carrasca. Enebro de la miera, endrino, aligustre, avellano, acebo, fresno, boj, espino blanco y arce campestre completan, favorecidos por un singular microclima, este interesante panorama botánico.
Justo en el límite con Álava un puente de madera —perteneciente al GR-38 ‘Camino del Pescado y el Vino’—, permite cruzar el arroyo de Arangachi y alcanzar el barranco de Arrola. En este privilegiado enclave natural llaman la atención las abundantes y escalonadas surgencias que se precipitan desde las laderas. Tampoco pasa desapercibida la abundancia de fósiles, vegetales y animales que tapizan sus laderas. La mayoría pertenecen al cenozoico y vivieron hace unos cuarenta millones de años. En la parte final del barranco vegeta un valioso bosque de tejos milenarios.
El desfiladero del río Ayuda es uno de los últimos santuarios naturales en las inmediaciones del País Vasco y un estratégico corredor faunístico que pone en comunicación las estribaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica con las montañas navarras. Entre los mamíferos presentes se pueden destacar jabalíes, corzos, tejones, gatos monteses, ardillas, nutrias y el pequeño desmán de los pirineos. Las aves rapaces están muy bien representadas y no es difícil observar el vuelo del águilas reales y culebreras, ratoneros, buitres leonados, alimoches, milanos y halcones peregrinos.
La ruta puede continuar hasta la cercana localidad alavesa de Okina, que cuenta con una taberna, y regresar por el mismo camino hasta Sáseta. En total son unos 12 kilómetros y tres horas de marcha. Por sus bien trazados senderos, su escaso desnivel y su entretenido recorrido es un paseo ideal para hacer con niños.
La AP-1 conduce sin problemas hasta La Puebla de Arganzón. A la altura de esta última localidad es necesario desviarse por la carretera CL-127 que, tras pasar por la villa de Treviño, alcanza el cruce que por el alavés Urarte conduce hasta Sáseta.