Enrique del Rivero 27 de octubre, 2021 · 3 minutos
En la vertiente septentrional de los Montes de Oca y muy cerca del casi abandonado pueblo de Turrientes se localiza un bello y centenario ejemplar de haya. Situado junto a la confluencia del río Romancho y el arroyo de Valbuena, ya en la Cuenca Hidrográfica del Ebro, este llamativo árbol es una de las hayas más cercanas a la capital burgalesa y, desde luego, la más veterana. El otoño es la mejor época para acudir a visitarla.
Un camino que parte justo a la entrada del casi deshabitado caserío de Turrientes, pedanía de Cerratón de Juarros, permite llegar en un cómodo y corto paseo de apenas un cuarto de hora, hasta uno de los árboles con mayor personalidad, por su longevidad y curiosa forma, de la provincia de Burgos.
El haya (Fagus sylvatica) de Turrientes es un testimonio vivo de la antigua dehesa que cubría las laderas del río Romancho al norte de los Montes de Oca. Este interesante enclave medioambiental, situado en el extremo noroccidental del Sistema Ibérico y divisoria natural de aguas entre las cuencas del Ebro y el Duero, se caracterizaba por las llamativas dehesas de hayas, en su mayoría con grandes y centenarios ejemplares, que vegetaban a la vera de muchos de los pueblos de la comarca.
El paso de los años, en este caso los siglos, y la mano del hombre con sus habituales podas, han modelado un árbol bello y de fuerte personalidad. Su curiosa apariencia pasa por una gruesa base, con más de seis metros de perímetro, en la que se marcan una serie de contrafuertes que semejan poderosas columnas que sostiene la enorme masa vegetal. Justo donde culmina esta especie de pilar, arranca un conjunto de ramas laterales que se abren creando una amplia red, en forma de gigantesca copa, que protege a la centenaria haya a modo de fantástico ser de cien brazos.
Y para rematar el conjunto, del centro de esta especie de ramo gigantesco se alza un rotundo y grueso tronco principal que, como un coloso lígneo repleto de muñones y recovecos, alcanza los casi 20 metros de altura. La densa sombra creada por la enorme copa de este árbol, una característica de todas las hayas centenarias, impide que a su alrededor apenas crezca ninguna otra planta. Eso da lugar a un espacio despejado que permite rodear el árbol con comodidad y darse cuenta de que desde cada punto de vista cambian totalmente su forma y sus proporciones.
Este auténtico monumento natural —incluido entre los 111 árboles singulares de la provincia de Burgos— merece todo tipo de protección, ya que, además de su belleza y elevado valor botánico, sirve de refugio para un gran número de animales. Las especies más importantes asociadas a estas hayas maduras, repletas de potenciales refugios, son el agateador norteño, el carbonero palustre y el lirón gris, que tienen en la zona su límite meridional de distribución a nivel europeo.
El haya centenaria de Turrientes está a media hora de Burgos. Hay que salir por la A-1 y tras pasar Rubena desviarse por la BU-701 con dirección a Barrios de Colina. Unos kilómetros después, se alcanza Cerratón de Juarros y el estrecho ramal asfaltado que termina en el semiabandonado Turrientes. Justo a la entrada de este pueblo, a mano derecha, sale el camino que en unos 15 minutos permite llegar hasta el singular árbol. ‘Google Maps’ es de gran ayuda en este caso.