Enrique del Rivero 7 de febrero, 2024 · 4 minutos
El Museo de Burgos ha recibido los dos relieves visigodos que fueron robados en 2004 en la ermita de Quintanilla de las Viñas. Por suerte y gracias a la intervención del detective holandés Arthur Brand, un Indiana Jones de carne y hueso, estas imprescindibles piezas artísticas fueron recuperadas 15 años después. Una rocambolesca historia digna de la mejor película de acción.
Desde Burgos (sin ir más lejos): muchas gracias señor Brand, ¡Heel erg bedankt!
Los ladrones sabían lo que se hacían. Con nocturnidad y aprovechando el aislamiento de la ermita forzaron la puerta de entrada y se llevaron dos de los relieves hispanovisigodos, posiblemente de finales del siglo VII, que se guardaban en su interior. Por fortuna, los especializados delincuentes solo pudieron trasladar los dos más pequeños, sendos bloques de piedra caliza de unos 35 kilos cada uno, y dejaron atrás otros dos sillares mucho más grandes y pesados e imposibles de mover sin ayuda mecánica. Corría el mes de junio del año 2004.
Tras la conmoción inicial, el robo fue olvidándose poco a poco y se perdió totalmente el rastro de los relieves burgaleses. Hasta que en 2010 un anónimo informante inglés se puso en contacto con el especialista y rastreador de obras de arte robadas Arthur Brand y le comunicó que “algo extraño” había aparecido en Londres. Enseguida el reconocido investigador se puso a trabajar sobre las pistas facilitadas, pero, en otro giro inesperado de la historia, la persona que había levantado la liebre —seguramente en un chivatazo por venganza— falleció en extrañas circunstancias llevándose su secreto a la tumba.
Sin embargo, Arthur Brand hizo honor a su fama y buscando nuevos indicios consiguió localizar, ocho años después, los relieves visigodos en el jardín de una casa en Inglaterra. Por lo que se ha podido conocer las piezas salieron de España rumbo a Francia, donde un marchante sin escrúpulos consiguió venderlas, años después, a un ciudadano del Reino Unido —algunas fuentes mencionan a un noble muy cercano a la familia real británica— por unos 40.000 euros. Según lo que ha podido contar Brand los propietarios se quedaron impactados al conocer el incalculable valor de unas señaladas piezas del arte religioso español que ellos compraron —igual un poco caras— como simple decoración para el jardín.
Ante el hallazgo de los relieves robados en su jardín, la primera reacción de los falsos dueños fue arrojarlos al fondo de un río, pero como cuenta el propio Brand: “Felizmente, conseguimos convencerlos de que no lo hicieran”. De esta manera todos salieron ganando. Los compradores se libraron de su responsabilidad penal y Arthur Brand culminó otro hito en una mediática carrera sembrada de éxitos, con más de 200 obras recuperadas, entre ellas varios cuadros de Picasso y Dalí.
Arthur Brand, muy vinculado a España, declaró a Diario de Burgos que se sentía muy orgulloso por el hallazgo de los relieves robados en Quintanilla de las Viñas: “Para mí fue muy importante. Son piezas únicas, simbólicas, relacionadas con el origen del cristianismo cuando todavía incorporaba un lenguaje pagano vinculado al arrianismo”.
En enero de 2019 las piezas fueron depositadas en la Embajada Española en Londres tras el acuerdo entre el detective holandés y el Grupo de Patrimonio Histórico de la UCO de la Guardia Civil. Inmediatamente viajaron a Londres Marta Negro, directora del Museo de Burgos, y Adelaida Rodríguez, restauradora del museo, para certificar la autenticidad de los relieves robados y organizar su traslado hasta Burgos.
Tras una larga restauración, en la que se han eliminado la humedad y la contaminación biológica acumulada por haber permanecido mucho tiempo a la intemperie, los dos sillares recuperados —de 35x45x30 centímetrosy un peso de unos 35 kilos— se pueden contemplar en el Museo de Burgos. Estos relieves visigodos, interpretados como dos de los evangelistas, están acompañados por las otras dos piezas también procedentes del Quintanilla de las Viñas — con sendos personajes sostenidos por ángeles— que fueron depositadas en el Museo de Burgos tras el robo de 2004.