Enrique del Rivero 9 de julio, 2020 · 2 minutos
El acervo popular atesorado durante siglos por los habitantes de la provincia de Burgos y de la que son una buena muestra sus ricas tradiciones, su casi inabarcable cancionero y sus fiestas y romerías han dejado un poso incomparable que confiere a lo burgalés un carácter único y singular. En el apartado de fiestas tradicionales no hay que perderse El Colacho en Castrillo de Murcia, El Capitán en Frías, El Bobo de Las Nieves en Las Machorras, Los Jefes en Santo Domingo de Silos, El Desjarrete en Poza de la Sal, San Sebastián en Villasandino, La Tarasca de Carnaval en Hacinas y El Gallo de Carnaval en Mecerreyes.
Desde luego la fiesta más conocida de Burgos —con un gran seguimiento internacional, sobre todo en Japón, debido al presumible riesgo que corren los niños al ser saltados— es la de El Colacho. Declarada de Interés Turístico Nacional se celebra en Castrillo de Murcia durante la Octava del Corpus y rememora un rito de reminiscencias paganas —pantomimas y teatro romano— único en España. El Colacho va vestido con una botarga de vivos colores, cubre su rostro con una máscara de madera, y en sus manos porta una gran terrañuela y un largo zurriago de cola de caballo. En los tres días de fiesta, El Colacho participa en una serie de actos irreverentes dentro de la iglesia del pueblo, distintas “corridas” por sus calles y una procesión en la que salta sobre los colchones —símbolo de la liberación de todo mal— en los que están colocados los niños nacidos en ese año.
Otra fiesta con larga tradición es la de El Capitán que se celebra en Frías el domingo más próximo al 24 de junio, día de San Juan. Su origen se remonta a los levantamientos contra el poder feudal del siglo XV y también conmemora su liberación de las tropas napoleónicas. La víspera se elige por aclamación popular al Capitán, curioso personaje ataviado con uniforme militar decimonónico, que debe demostrar sus habilidades tremolando una bandera. El día de la fiesta —declarada de Interés Turístico Regional— el citado personaje recorre las calles, el castillo y el puente sobre el río Ebro acompañado por varios danzantes vestidos con enaguas y adornados con cintas de colores. Todos danzan al ritmo de la dulzaina, el tamboril y las castañuelas.